Las profesoras escriben: Mi experiencia virtual

En la universidad me preparé para ser docente y dar lo mejor de mí para enseñar a los niños. Siempre tuve la certeza de que mis conocimientos los iba a transmitir a esos pequeños estando en un aula de clase y compartiendo con ellos. Pero hoy cuando la vida me puso este gran reto de dictar clases virtualmente, me sentí angustiada de no saber cómo realizarlo. Pero descubrí que era capaz de tener un AS debajo de la manga para hacer que las clases continuaran siendo alegres, dinámicas, enriquecedoras y mágicas para los niños. Esto es algo que me ronda día tras día, pues ellos son grandes críticos y estoy frente a un público maravilloso que exige lo mejor de mí.

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Al principio todo fue incertidumbre y me hice muchas preguntas: ¿cómo lo voy a hacer? ¿qué pasará? ¿los niños responderán? En fin, no terminaría la lista.

Hoy cuando miro hacia atrás, siento gran nostalgia de haber visto a mis niños a través de una pantalla y no haber podido compartir con ellos. Me hace falta tenerlos cerca y pasar esos momentos tan agradables que compartíamos diariamente. Esos momentos me hace valorar mucho mi profesión. Pero estoy orgullosa de mi trabajo, de cómo me esforcé para que las clases salieran bien. Esos momentos de angustia antes de iniciar cada clase virtualmente pasaron ya. Hoy estoy tranquila porque sé que di lo mejor de mí y conté en todo momento con el apoyo de los papas.

Sólo me resta agradecerles a los papas del salón del Elefante y por supuesto a mis niños, porque siempre estuvieron presentes en todas las actividades que se realizaron. Ver esas sonrisas y la alegría con que esperaban su clase, no tiene precio. Muchas, muchas gracias.

Diana Patricia Parra
Profesora Salón Elefante